jueves, 2 de abril de 2009

Concurso UN MUNDO DE LIBROS

Las alumnas y alumnos de Tercer Ciclo llevan ya varias semanas trabajando sus relatos para participar en el concurso provincial de relato corto e ilustración UN MUNDO DE LIBROS convocado por el Centro de Profesores (CEP) de Córdoba. Cada Centro podía enviar un máximo de tres relatos ilustrados pertenecientes al alumnado del Tercer Ciclo.
En nuestro Colegio quisimos sacarle el máximo provecho al trabajo y estamos empeñados en hacer con todos los relatos de cada clase unos libros. Estos libros serán después ilustrados por todos y cada uno de los alumnos y alumnas de la clase. Con ellos conmemoraremos el Día del Libro el próximo 23 de abril.
En LEE CON BLANDITA, más adelante, publicaremos algunos de estos trabajos; pero ya podemos dar a conocer los tres relatos y las tres ilustraciones que hemos elegido para representar a nuestro Colegio. Esperamos que os gusten.
Si queréis leer todos los relatos participantes en el concurso provincial en las dos modalidades, Primaria y Secundaria, podéis hacerlo entrando por el siguiente enlace: http://concursorelatocep2009.blogspot.com/

EL LIBRO MISTERIOSO

Por María Fuentes Méndez /Ilustración de Mª Luz Cuadrado

Érase una vez un libro llamado Juan y otro llamado Matilda que vivían en la biblioteca. Juan y Matilda veían desde su estantería a un libro misterioso que a cada hora cambiaba de color. Un día Juan y Matilda le dijeron a aquel libro:

-Oye señor libro ¿podemos leerte?

El libro contesto:

-Claro que si pero con una condición.

-¿Cuál es?-preguntaron los dos a la vez.

-Es la siguiente: me tenéis que leer en un solo día.

Juan y Matilda no entendían lo que significaba eso así que no le hicieron caso y comenzaron a leer. Cuando se hizo de noche dejaron de leer y le dijeron al señor libro:

-Mañana seguiremos leyendo.

Al día siguiente cuando iban a empezar a leer se dieron cuenta de que el titulo era otro y de que no trataba de lo mismo. Juan le preguntó al señor libro:

-¿Por qué es distinto el cuento de ayer a hoy?

-Porque entre día y día en mi interior hay un cuento distinto.

Juan y Matilda cuando dijo eso el señor libro se dieron cuenta de lo que significaba esa condición. Así que un día se pusieron a leer desde por la mañana temprano hasta la noche y por fin terminaron de leer el libro.

Matilda le dijo al señor libro:

-Muchas gracias por dejarnos leerte.

-De nada-contesto el señor libro. ¿Podría leeros yo a vosotros ahora?

-Claro que sí.

-Primero te leeré a ti Matilda.

-Vale –contesto Matilda.

Al cabo de los días se leyó los dos libros y como le gustaron mucho decidió que desde ese momento no iba a cambiar más de libro, se iba a quedar en uno fijo. Así que les pidió ayuda a Matilda y a Juan.

-¿Podríais leeros mis 50 libros y decirme cuál es el que más os gusta para poder ser cómo vosotros?

-Claro que sí -contesto Juan – pero con una condición, que cuando estemos leyendo un libro de los tuyos no cambies.

-Vale te Haré caso.

Entre Matilda y Juan se leyeron los 50 libros y el que mas le gusto fue el de El ladrón de mentiras.

-Señor libro el que más nos ha gustado ha sido el del ladrón de mentiras.

-Vale. Con ese me quedaré.


OBSESIONADO CON DON QUIJOTE

Por Laura Ranchal Molina/ Ilustración de Mª Sol Gómez

Era una vez un niño llamado Andrés. Tenía nueve años y era moreno, alto y delgado. Tenía los ojos azules como el cielo y la boca grande como un buzón de correos. Era simpático, gracioso y le costaba mucho leer. Siempre iba vestido con chandal, deportes y una gorra de color azul oscuro, porque no le gustaba el color claro.

Vivía en un pueblo muy alejado de la ciudad y estaba poco habitado. El nombre de este pueblo es Arenas de Cabrales. Estaba en plena sierra y, como era tan pequeño, no tenía ni biblioteca.

Había oído hablar de un libro llamado Don Quijote, pero no había podido conseguirlo en su pequeño pueblo. En la escuela le habían leído algunos pasajes de la novela que le habían interesado mucho. Andrés no se quitaba a Don Quijote de la cabeza.

Esa noche Andrés empezó a soñar que él iba con un caballo y salía a la búsqueda de una librería o una biblioteca para conseguir esa novela que estaba deseando leer. De escudero llevaba a su amigo Pablo. A él no le gustaba leer, por lo que iba relatando con cara de pocos amigos.

De pronto, a lo lejos, vio una enorme biblioteca. Dirigió su caballo hacia ella, y cuando se iba acercando... ¡La biblioteca iba desapareciendo! Andrés en su caballo corría y corría desesperado, porque parecía que se le escapaba esa biblioteca y después de tanto esfuerzo éste no iba a servir para nada.

Cuando, de pronto, de tanto correr, Andrés se tropezó, se dio un golpe y quedó inconsciente.

Entonces, Andrés, despertó del sueño. Se había caído de la cama, y al caer se había dado un fuerte golpe en la cabeza con la mesilla de noche. Al ruido de la caída había acudido su madre, que trataba de ayudarlo con cara preocupada. Andrés recordaba aún su aventura. Mañana mismo tenía que conseguir ese libro como fuese.


LEER ES UNA FIESTA

Por Milika Florea / Ilustración de Rocío Serrano

En una escuela de un lejano país los niños creían que los libros no servían para nada.

Solo había un niño, Andrés, que creía en un mundo de libros. Un día les dijo a sus compañeros que los libros no eran una tontería y que los libros nos enseñan muchas cosas.

Andrés tenía una gran amiga, Elena. Era una de las chicas más guapas del colegio y además le gustaba leer libros.

Pero no todos estaban de acuerdo que leer es una fiesta; Tomás, otro compañero de su clase, que no quería leer, decidió hacer un grupo de niños y niñas que estuvieran en contra de la lectura.

Tomás sabía que Elena era amiga de Andrés y pensó que si Elena se unía al grupo “Leer no es una Fiesta” le haría mucho daño a Andrés.

Tomás le dijo a Elena que se uniera a su grupo. Elena le dijo que no, que a ella le gustaba mucho leer y además Andrés era su amigo.

Tomás se fue muy enfadado.

En la Biblioteca del Colegio sorteaban un lote de libros infantiles y de fantasía. El sorteo se hizo después de una fiesta de disfraces. La papeleta premiada fue la de Tomás. Pero como Tomás no sabía leer no pudo recibir el premio. Tomás se puso muy triste porque los libros sorteados eran muy bonitos y además era su colección favorita.

Tomás le dijo a Andrés que le enseñara a leer. Andrés aceptó encantado y junto con Elena le enseñaron a leer.

A los pocos días Elena hizo una fiesta en su casa e invitó a Andrés y a Tomás. Juntos pasaron un gran día y se convirtieron en buenos amigos.


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